Esta gran labor no se podría llevar a cabo sin los voluntarios, que como músicos de una gran orquesta, cada uno aporta un don y dirigidos por el párroco hacen sonar la mejor de las melodías: el amor, el servicio, la entrega a ejemplo de Cristo nuestro Señor.
Cáritas es la Iglesia que se acerca al que más necesita amor.
Es el corazón de la Iglesia que se fija en el más pequeño, pobre y necesitado, y sale a su encuentro para que esa persona se sienta verdaderamente amada en sus circunstancias.
Es el amor de Dios a través de las parroquias.
Cáritas es la compasión, la misericordia y la caridad del Señor hacia sus hijos preferidos, los predilectos, que son los más pequeños.
Cáritas es el grupo que tiene la Iglesia que oye el clamor y el sufrimiento de las personas necesitadas por la pobreza, la enfermedad y la marginación social.
Jesús nos dijo «amaros los unos a los otros». Desde esa llamada y vocación que el Señor nos dio, de hermano a hermano, digamos «estoy contigo».
En Cáritas, por amor a Jesucristo y con los mismos sentimientos de su Corazón, la Iglesia ayuda y tiende su mano a los más necesitados en todos los sentidos.
Cáritas es el amor del Corazón compasivo de Jesús. Y tiene una recompensa inmensa: el Cielo.
«En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.». (Mt 25, 40).
El lugar dentro de la Iglesia donde se ayuda a las personas más necesitas como nos indicó el Señor: «Amaos los unos a los otros».
No es sólo con las personas más cercanas sino con aquellos más necesitados y marginados en la sociedad.
Cáritas no sólo se ocupa en un área de la vida de la persona sino que ofrece una acogida integral y le ayuda en todo aquello que necesita.
Cáritas es amar como Cristo nos ha amado.