Acceder a un trabajo decente es un derecho, no un privilegio
Coincidiendo con el 1º de Mayo y San José Obrero, la red intraeclesial Iglesia por el Trabajo Decente pone su mirada en los jóvenes.
Las personas jóvenes viven en la actualidad en un contexto social muy distinto en comparación con las generaciones pasadas. Empiezan a trabajar más tarde de lo que era normal, debido a las exigencias del mercado laboral, que demanda hiperformación y experiencia previa. A esto se suman los prejuicios sociales que les encasillan como una generación inconstante, poco comprometida o irresponsable, sin pensar en todos los problemas a los que se enfrentan.
Al mismo tiempo, el cambio en la realidad económica ha hecho que trabajar ya no sea garantía de independencia. Según datos del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España de 2025, “una persona joven tendría que destinar el 102,3% de su salario para poder alquilar una vivienda en solitario”.
La falta de estabilidad laboral limita la capacidad de la juventud de imaginarse un futuro digno. La imposibilidad de acceder a empleos estables y con derechos consolida un modelo en el que la precariedad se convierte en lo normativo, afectando la salud mental y emocional de toda una generación.
La incertidumbre se instala en la vida cotidiana, erosionando la esperanza y haciendo que el acceso a un trabajo decente parezca un privilegio difícil de alcanzar. “Cuando no sabes si mañana vas a poder dar de comer a tus hijos, o si lo que estás estudiando te permitirá tener un trabajo digno, es fácil caer en el desánimo. ¿Dónde buscar la esperanza?” (Bula del jubileo 2025).
Recordamos las palabras del papa Francisco, en la encíclica Laudato Si: «El trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal. Ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo.»
Desde la red intraeclesial Iglesia por el Trabajo Decente queremos dar voz a los problemas que vive la juventud en el desarrollo de su proyecto personal con garantías. Por ello, denunciamos este nuevo paradigma social, reclamando a las Instituciones Públicas y a la sociedad escucha para entender la precariedad laboral, la falta de acceso a la vivienda o la problemática para conseguir estabilidad. Trabajar ya no es suficiente.
Es hora de alzar la voz y reivindicar la necesidad de un símbolo de esperanza para la juventud. “No se olviden: la esperanza no defrauda nunca” (Bula del jubileo 2025). El trabajo decente es un derecho, no privilegio.