El testimonio de personas que viven en asentamiento nos acerca a su realidad
HOMBRE AFRICANO
Salí de mi país hacia Argelia.
Allí pagué 3.500 euros para viajar en lancha hasta Almería.
Vivo en una casa con agujeros en el techo, por los que entra agua.
Desde hace dos años y medios estoy dentro. Tengo muchos problemas. Problemas aquí, problemas allí. Sin gua y sin luz. Cojo agua en la fuente y también la compro en el supermercado, la de beber.
Consigo algún dinero con la chatarra y una persona del pueblo de Cabezo de Torres me da comida. Tengo buena relación con los vecinos; es una zona tranquila. Estoy bien en la Región de Murcia. Aquí estoy solo. No tengo amigos. En mi país está mi hijo, mi mujer y mis padres.
Llevo cuatro años en España. Si tuviera una situación regular con documentación podría trabajar y todo estaría resuelto. Tengo muchas ganas de trabajar. Tengo que mejorar mi nivel de español.
Cáritas me está ayudando con la documentación. Es difícil. Cada gestión tarda en resolverse meses. Yo creía que regularizar mi situación sería más rápido. Me gusta cuando veo en mi teléfono móvil mensajes de las personas de Cáritas que están conmigo. Se preocupan por mí.
MUJER EUROPEA
He vivido durante quince años en una vivienda en el barrio de El Infante y ahora estoy en una chabola. El dueño me desalojó para hacer apartamentos. No tengo opciones porque no tengo trabajo de forma regular. Trabajo puntualmente en el campo, limpiando oficinas y en un restaurante.
Vivo con mi marido en esta chabola desde hace dos años. Mi hijo vivió con nosotros hasta que decidimos que viajase a mi país y viviera allí.
Tengo relación con la trabajadora social del Ayuntamiento de Murcia y conocen mi situación. Me gustaría trabajar de forma continua y no sufrir. Encadeno una temporada del campo con otra. Viajo a Valencia, Huelva… No tengo una nómina para presentar a cualquier casero y vivir tranquila en una vivienda con mi marido.
Lo peor de vivir en una chabola es el problema del agua. Luego la luz. Llenamos garrafas de agua en una fuente para poder ducharnos. Calentamos el agua en una olla. Me paso la noche despierta porque tengo miedo de vivir tan expuesta en la calle. Puede haber un peligro, un incendio. No estoy tranquila.
Cáritas me ha acompañado y ayudado en todos los sitios. Cuando tenía falta, allí estaba para mí. Para mí y para otras personas que viven en esta zona. Las personas de Cáritas se portan con nosotros muy bien.
MUJER AFRICANA
Vivo en una chabola desde hace 6 años. No tengo dinero para otra cosa.
Yo no puedo trabajar porque tengo un problema en los ojos. Por un ojo veo un 40% y por el otro, un 10%.
En este asentamiento está mi pareja y tengo amigas.
No tengo luz, agua, ni baño. Me ducho dentro de la chabola.
Las personas de Cáritas están siempre conmigo, y va conmigo a los lugares donde necesito ayuda.
Este proyecto está cofinanciado por Cáritas Diócesis de Cartagena, Ayuntamiento de Cartagena, Ayuntamiento de Cieza, Ayuntamiento de Murcia, Ayuntamiento de Torre Pacheco, Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, CaixaBank y Fundación Cajamurcia.